En 1985 el tenista debutante Boris Becker, de apenas 17 años, sorprendió a todos al vencer el torneo de Wimbledon. Entre sus servicios y voleas mortíferos y sus vuelos acrobáticos, la imagen más recurrente de Boris Becker era la de él comiendo plátanos entre juego y juego. Tal fue la repercusión que creó una moda que se prolonga hasta nuestros días. En la última edición del torneo la organización trajo 15.000 plátanos sólo para los 256 jugadores. Casi 60 plátanos por jugador.
Los plátanos, además de ser fáciles de pelar y una buena fuente de energía (un plátano de tamaño medio tiene alrededor de 111 calorías distribuidas por tres fuentes de hidratos de carbono - sacarosa, glucosa y fructosa), tiene una alta concentración de potasio que ayuda a prevenir los calambres musculares.
A pesar de no haber sido el primer jugador en comer plátanos durante un partido de tenis, esto es algo que el jugador australiano Ken Rosewall ya hacía en los años 60, Boris Becker será para siempre recordado como el jugador rubio que comía plátanos, muchos plátanos, y que popularizó este hábito.